Descubrí la Antigua Azucarera abandonada de El Tarajal, en Málaga, cuando me mandaron a trabajar en un polígono industrial cercano.
Me encanta fotografiar lugares históricos y abandonados, como la Antigua Prisión Provincial de Málaga. Así que no podía faltar a mi cita con este nuevo descubrimiento.
El día elegido me puse en camino junto con mi hijo mayor. La azucarera está rodeada por un muro, pero esperaba tener la suerte de que viniera alguien a abrirnos.
He aquí una foto de unos portales abiertos al exterior pero en realidad, se trata de un patio interior, al que se accede metiéndose por un agujero en la pared.
¡Y estuvimos de suerte! Al poco rato de llegar allí se presentó un grupito de granjeros. Utilizaban las instalaciones de la azucarera como un establo donde guardar sus manadas de caballos.
Al principio del siglo XX España fue el mayor productor de azúcar de todo el continente europeo. De modo que la industria azucarera avanzó muy rápido y se convirtió en una de las industrias más importantes del país. Decenas de azucareras fueron erigidas por todo el territorio nacional.
El antiguo depósito de agua, ya seco.
La (ahora antigua) Azucarera de El Tarajal, Málaga, fue construída en 1931 y para que no hubiera lugar a dudas, esta fecha está grabada en la chimenea junto con la insignia “AMET”, lo que vendrá a referirse, me imagino, a lo que sería la empresa constructora de la fábrica.
Grafiti en un lateral de la Antigua Azucarera de El Tarajal.
La que fuera una vez una verdadera maravilla arquitectónica, ostentando paredes vestidas de suntuosos azulejos y un aire algo formal, portentoso y clasicista, la Azucarera de El Tarajal fue construída por la familia Larios, familia importante y de gran influencia que dio su apellido a la calle principal de la ciudad de Málaga.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los europeos empezaron a importar el azúcar desde Latinoamérica, por ser más económico, y ya nadie quería azúcar de España. De modo que todas las azucareras españolas se vieron obligadas al cierre, a los estragos del abandono, el olvido y el vandalismo.
Suponíamos que éstos serían las letrinas. Estaban tan indescriptiblemente asquerosos que ni siquiera nos acercamos para averiguarlo.
Podéis estar seguros de que ¡de ninguna manera querrías tú tocar ni una sola cosa en este lugar hediondo! Nosotros nos esmeramos por tocar lo mínimo posible, aunque al acceder al interior del recinto a través de unos agujeros en la pared, ya que no había puertas abiertas, fue inevitable ensuciar las manos un poco.
Me había ido con mi hijo mayor, lo que resultó ser una idea fantástica porque él se entretenía charlando con los granjeros mientras yo sacaba fotos. Los granjeros tienden a ser muy lacónicos, y no pierden mucho tiempo pensando en las cosas, rumiando o dándoles vueltas a las cosas. O por lo menos, eso parece ser la idea que a ellos les gustaría trasmitirnos.
De modo que charlaban muy poco acerca de la azucarera con mi hijo. Por lo general ignoraban su historia y su significado, limitándose a exclamarle a mi hijo:
– ¡Si no es más que un gran establo!
Por decir verdad, soy un poco ignorante y no sé muy bien qué apariencia podría tener la caña de azúcar. Pero supongo que sería lo más lógico encontrar esta planta en los alrededores de una azucarera, ¿no os parece?
Mi hijo me confesó que había encontrado la excursión un poco aburrida. Así que, para premiarle por su paciencia, ¡le llevé a tomarse una Coca Cola jaja!
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